A medida que pasa el tiempo, te das cuenta de cómo van cambiando las cosas. El día de hoy, ya no crees lo mismo que pensabas ayer. Lo que sientes hoy, es diferente a lo que sentiste tiempo atrás. Las personas que quisiste, o creíste hacerlo ahora pasan a ser parte de tus recuerdos, y todos esos ‘te quiero’, ‘eres el amor de mi vida’, te das cuenta que no son cierto. ¿A cuántos se los dijiste, y pensaste que era la persona indicada? Sí, fueron muchos quizás, y sí, te equivocaste. Porque el día de hoy te diste cuenta de que esa persona que creíste querer, ya no está, que la persona que pensabas que era el amor de tu vida, ya ni siquiera se te cruza por la cabeza. Y es que las personas cambian, el tiempo avanza, los sentimientos varían y cada día, con cada cosa que te pasa aprendes algo, que influye en tu manera de ver la vida. ¿Cuántas veces sentiste que se te venía el mundo abajo porque la persona que creías amar se marchaba de tu vida? ¿Qué hiciste? Lloraste, pataleaste, sufriste, te amargaste. Pero el tiempo pasó, y poco a poco la herida sanó. Conociste a otra persona que te devolvió la alegría, la esperanza, la ilusión y ese sentimiento que tanto querías enterrar, renació. Volviste a sentirte con vida, volviste a creer en el amor. Pero ya no era la misma persona, era otra. Y pudiste decir de nuevo, ‘te quiero mi amor’. ¡Cómo es de irónica la vida! Muchas veces nos tropezamos y nos golpeamos tan fuerte que quedamos inconscientes. Pensamos que ya nada tiene sentido, el motor de vida se apaga, te viene el desgano, la rabia, la impotencia, la desilusión y la decepción. Juras no volverte a enamorar. Empiezas a desconfiar, empiezas por jugar y pasarla bien, pero luego la ruleta de la vida te pone a otra persona que te devuelve todo aquello que te quitaron tiempo atrás y el ciclo se repite.