13/12/08


Comencé a correr como si corriendo sin parar se fuese a gastar el dolor que llevaba por dentro, como si con cada paso dejara atrás un poco de ese peso que no me dejaba respirar. No sabía adonde ir, solo sabia que no podía detenerme, pues en el momento que lo hiciera recuperaría la conciencia de mi dolor. ¡Que confusión!, que terrible es tener un problema y no saber donde buscar la solución, donde encontrar respuestas. Miras al cielo esperando ver una señal o te volteas rápidamente esperando agarrar desprevenido a tu ángel guardián, pero no lo ves y te sientes con más ganas de correr como si en algún momento del camino lo fueras a encontrar. Te sientes cansado pero ello no mitiga tu dolor. Quisiera encontrar algo que me haga perder la conciencia, que me aislé de la realidad. Si por un golpe de suerte olvidara todo mi pasado y tuviera la oportunidad de comenzar de cero, pero también olvidaría los momentos alegres y a las personas que me han querido. Corriendo y corriendo paso por el lado de algunas personas que sonríen, ¿cual será la razón?, quizás ellos en algún momento también tuvieron problemas, ¿como los habrán superado?. Me avergüenza reconocer que he pensado en soluciones drásticas, mi mente de la cual me sentía orgullosa ahora esta nublada, se que en alguna parte esta la respuesta pero no la encuentro. Sigo corriendo, mis energías comienzan a agotarse, no puedo detenerme, ¡no puedo!, necesito continuar hasta que en algún momento me de cuenta de que he olvidado porque comencé a correr. Me siento abandonada, todos lucen indiferentes al dolor ajeno, pero ellos no saben que sufro. ¿En algún momento alguien se dará cuenta que lloro? ¿Me detendrán para ayudarme o para ofrecerme ese abrazo que necesito tanto?. Pero me doy cuenta, la solución no esta en ellos, esta en mi, tengo que encontrarla. Me pregunto: ¿Que pensaré en el futuro cuando recuerde esto?. Lo inevitable llega, debo detenerme y al hacerlo me doy cuenta que el dolor sigue ahí y ahora tengo que emprender el camino de regreso.