Por calle del rey arriba
de San Francisco a la diestra,
en casa de recios muros,
vivía la primavera
la luna que se asomaba
por los ventanales
era la boca de una guitarra:
las cuerdas eran las rejas.
La Primavera tenía
carne de mujer morena,
ojos de amor y pecado,
boca de dulce promesa.
Manuel Rodríguez la amaba,
mas otro la pretendiera:
Antes de decir su nombre,
mi boca firme se cierra.
Sonriente y mozo era el uno;
el otro, celo y fiereza.
Entre los dos militares
temblaba la Primavera.
En noches de ausente luna,
llegaban ambos a verla:
el uno por la ventana,
el otro por franca puerta.
Los besos del que acudía
sin trabas a la vivienda,
eran amargos de celos
y hablaban de muerte artera;
mas los de Manuel Rodríguez
sabían a madreselvas,
sabían a estrellas rubias
y a rasgueo de vihuelas.
a la mujer por las rejas
toda el alma se le fuera.
Jinete en caballo moro,
Rodríguez a verla llega.
Le cantan los espolines
al desmontar en la acera.
Los espolines le cantan a la mujer
que lo espera,
pecho adentro, sangre arriba
como nupciales promesas.
A través de los barrotes,
las manos de la morena
sobre el pecho masculino
descansan en la guerrera.
Del militar en el cuello
relumbran dos calaveras:
es la insignia de los Húsares
que entre las sombras destella.
Amado, anoche soñaba...
soñaba cosas siniestras:
la insignia que tu llevabas
en sangre se tiñera...
Amado, en un cielo negro
sangraba la luna nueva...
Manuel Rodríguez besaba
los labios de la morena;
sus dientes en la penumbra
brillaban con risa fresca.
- La bala que ha de matarme
ningún hombre la fundiera.
La sangre que viste anoche
son mis amores, morena.
En Tiltil quedó tendido,
de muerte alevosa y fiera.
La sangre del pecho abierto
manchaba dos calaveras.
En la noche de aquel día
fue roja la luna nueva.
A traición tuvo que ser,
que de frente no pudieran.
La bala no fue de plomo,
que fue de celo y fiereza.
Al mundo vino muy tarde
ese año la primavera.
Las rosas fueron mas rojas
y fue mas triste la tierra.
En calle del Rey arriba,
de San Francisco a la diestra
tras enrejada ventana
lloraba la primavera.
Un caballero de sombra
llegarse quiere a ella.
no cantan sus espolines
al desmontar en la acera.
del caballo que lo trae
las herraduras no suenan.
En vano dos blancos brazos
asómase por la reja:
el caballo es el viento;
sombra en la sombra se aleja.
la mujer está llorando.
ya no vendrá el que la espera.
¿El nombre de esta mujer
de sueño, amor y leyenda?...
Vivió en Santa Cruz de Triana,
era criolla y morena...
La historia no dice más.
Llamémosla Primavera.