He renunciado a ti. No era posible, fueron vapores de la fantasía; son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba poniendo encinta de la estrella, hundí mis manos locas hacia ella y supe que la estrella estaba arriba.
He renunciado a ti, serenamente, como renuncia a Dios el delincuente; he renunciado a ti como el mendigo que no se deja ver del viejo amigo; como el que ve partir grandes navíos como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes; como el perro que apaga sus amorosos brios cuando hay un perro grande que le enseña los dientes; como el marino que renuncia al puerto, y el buque errante que renuncia al faro, y como el ciego junto al libro abierto, y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia; como esos granujillas otoñales, con los ojos estáticos y las manos vacías, que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías.
He renunciado a ti, y a cada instante renunciamos un poco de lo que antes quisimos y al final, cuantas veces el anhelo menguante pide un pedazo de lo que antes fuimos.
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño; desbaratando encajes regresaré hasta el hilo. La renuncia es el viaje de regreso del sueño.
Ant-Man (2015)
Hace 8 años
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